Casi veinte años de cárcel y varios cientos de miles de dólares. Esta es la pena a la que podrían enfrentarse dos ciudadanos de California que un buen día decidieron robar la fórmula para generar dióxido de titanio (TiO2), un compuesto químico con el que además de fabricar pinturas, plástico o papel… ¡se blanquea la crema de las famosas galletas Oreo!
Los dos hombres copiaron la fórmula al gigante químico DuPont, en la que uno de ellos trabajó durante más de 30 años, y se la vendieron por nada menos que 20 millones de dólares a la firma estatal china Pangang Group, que tiempo atrás había tratado sin éxito de comprar a la compañía estadounidense la ‘receta’ secreta.
Tras seis semanas de juicio, un jurado de 12 personas encontró a Walter Lian-Heen Liew y Robert Maegerle culpables de espionaje industrial, una práctica cada vez más extendida en Estados Unidos que se ha cobrado 100 casos en los últimos años en ámbitos que van desde el diseño de semillas a la industria aeroespacial. En el caso de Liew, además, ha sido acusado por manipulación de testigos, evasión de impuestos y fraude.
El escándalo ha sido aún mayor en Estados Unidos porque Liew y Maegerle actuaron, presuntamente, con la complicidad de firma Pangang, es decir, del Gobierno chino. De hecho, entre los acusados también está el vicedirector de Pangang. En juego estaba una fórmula que genera alrededor de 17.000 millones de dólares anuales a DuPont, que controla el 20% del mercado mundial de este producto químico. Su valor radica en que es más rápido de fabricar y limpio que cualquiera de las utilizadas por las fábricas chinas.
Según la acusación, Maegerle, de 78 años y que trabajó durante 35 años en DuPont, habría trasladado la preciada fórmula a Liew, de 56 años. De origen chino pero nacionalizado estadounidense, Liew había tratado de dar con la ‘receta’ desde los 90, cuando creó una empresa en California.
El objetivo de la compañía no era otro que arrebatar la fórmula del dióxido de titanio, cuyademanda en China es enorme. Para ello, contrató a extrabajadores de DuPont. Maegerle recaló en Liews en 1991, cuando aún tenía 55 años. Según la acusación, fue él quien proporcionó a Liew información detallada de la fábrica de DuPont en Taiwán.
Pero Maegerle no ha sido el único implicado. Tze Chao , otro antiguo científico de DuPontque trabajó en Liews, se declaró culpable en 2012 de conspirar para cometer espionaje económico y será sentenciado próximamente. También estuvo relacionado con el caso, Tim Spitler, un ex ingeniero de DuPont. Se suicidó.
La traición de uno de los extrabajadores de DuPont fue lo que permitió a Liew obtener la ansiada fórmula. Y otra ‘traición’, la de un exempleado descontento de Liews, ha sido por la que previsiblemente envejecerá entre rejas.
Fue hace varios años, cuando DuPont recibió una extraña carta sobre los ‘esfuerzos’ de Liew por conseguir sus secretos comerciales. La empresa estadounidense contactó de inmediato con el FBI, que inició una investigación. En 2011, entró en la casa de los Liew, en Orinda, a 20 kilómetros de San Francisco. Allí estaban Walter y su esposa Christina.
El FBI incautó miles de hojas y pidió a la señora Liew la llave de una caja de seguridad que su esposo guardaba en un banco. Walter Liew le ordenó a Christina que negara saber nada de esa llave. Pero para desgracia de los Liew, uno de los agentes hablaba fluidamente el chino mandarín. El FBI acompañó a Christina hasta la oficina bancaria donde se encontraba la caja, en Oakland.Hallaron el tesoro perdido: decenas de documentos que incriminaban a Liew.