Andrew Wardle, de 39 años, un guardia de Seguridad británico nació sin pene, pero se ha convertido en uno de los primeros hombres en el mundo que se sometará a una operación pionera: implantarle un pene hecho de su brazo.
Andrew nació con una vejiga ectópica, es decir, formada fuera de su cuerpo. Tenía testículos pero no pene. Aunque la vejiga le fue recolocada, continuó sin pene hasta ahora. Ahora, los cirujanos de la University College London han decidido llevar a cabo una complicada operación de tres partes, que implica utilizar piel del antebrazo para reconstruirle un pene, informa Dailymail.co.uk.
Los cirujanos utilizarán una importante parte de piel, con sus vasos sanguíneos y nervios, y lo doblarán en un tubo antes del injerto en el área púbica.
Después del postoperatorio, a Wardle se le implantará una bomba que se podrá accionar para orinar y también, posiblemente, para practicar sexo.
Su ‘defecto’ le ha causado muchos otros problemas. Su madre, que sólo tenía 17 años cuando le tuvo, le dio en adopción y, al crecer, su riñón le dio incontables problemas e infecciones. Sufrió 15 operaciones para instalarle un tubo en su vejiga que permitiera pasar el líquido normalmente.
Andrew señala que “nunca pensé que este día llegaría y todavía no me puedo creer que sea posible que pueda tener realmente un pene en pleno funcionamiento. Si es un éxito, por fin podré empezar a vivir como un hombre normal”.
“Cosas como tener sexo y empezar una familia, ahora podría ser una posibilidad para mí”, subraya.
Pese a su falta de pene, Wardle explica que ha estado con más de 100 mujeres. “Algunas eran de una sola noche; otras, relaciones largas. A un 20 por ciento de ellas les dije la verdad”.
"El hecho de no querer solo ponerme encima, me hizo más atractivo para las mujeres. Yo tenía encanto y empatía porque no todo era sexo”, explica.
Lo único que podía sentir con las chicas era ‘mariposas en el estómago’ pero su primera novia a los 17 años entendió la situación cuando se la explicó y estuvieron saliendo cuatro años hasta que ella rompió porque quería “experimentar cosas que yo no podía darle”.
Luego buscó refugio en las drogas como el éxtasis y el LSD. Eran su excusa perfecta a con las chicas a las que le decía que no podía ir hasta el final debido al efecto que le producían.
Sin embargo, hace dos años Wardle intentó suicidarse. Después de confesar que estaba en su punto más bajo a la hermana Michelle Bailey, pidió ayuda. Acudió al médico de su infancia que le dijo que se habían producido muchos avances en cirugía y que había esperanza. Tras consultar a los especialistas, estos han accedido a operarle. Wardle planea escribir un libro contando su historia.