La nadadora japonesa Mieko Nagaoka ostenta 18 récords mundiales. Y quiere más. Sin embargo, eso no es lo más extraordinario en su caso. Mieko tiene 99 años y empezó a nadar siendo una octogenaria, una etapa de la vida que muchos consideran el epílogo de una existencia.
“No me preocupo por mi edad”, le dice la mujer a CNN. “No puedo creer que tenga 99 años”, agrega. Nagaoka asegura que todavía disfruta de los desafíos.
Su entrenador se deshace en elogios hacia ella. La califica como el tipo de personas que no quieren perder y que tienen una fuerte determinación para ganar más medallas de oro y quebrar más récords mundiales.
Nagaoka –resalta CNN– forma parte del creciente número de ancianos japoneses que desmiente los estereotipos que existen sobre las personas de la tercera edad.
Casi un cuarto de la población japonesa tiene 65 años o más. Una de cada cinco personas mayores tiene empleo en Japón, lo que lo convierte en el país con una mayor proporción de ancianos trabajando en el mundo desarrollado. Además, los japoneses tienen la expectativa más alta de vida (84 años).
Otro ejemplo de los activos que se mantienen muchos ancianos en Japón son las Pom Pom Grannies, un grupo de porristas cuya edad promedio es de 67 años.
Ellas deben enfrentar los estereotipos que pintan a los viejos como personas débiles e inactivas.
La fundadora del equipo, Fumie Takino, de 81 años, revela que algunos no los aceptan, porque no toleran la idea de ver a un grupo de ancianas gritando y haciendo cabriolas, pues creen que las mujeres de la tercera edad deben ser “decentes”.
Afortunadamente, Nagaoka y Takino seguirán manteniéndose activas y haciendo lo que les gusta, sin importar los prejuicios de cierta gente.